Por Mar Martínez
La mañana se abrió como si no fuera un tiempo, sino un cuerpo.
Respiré hondo. No para avanzar, sino para aflojar la cuerda que me sostenía al borde de mí mismo.
Hay días en los que no quiero ser fuerte, ni lúcido, ni exacto.
Solo quiero existir sin herirme, sin empujar, sin demostrar.
Quietud no es descanso: es el instante en que dejo de pelear contra lo que soy.

Cuaderno del Autor
Escribí este fragmento después de una noche sin bordes. Quería capturar la sensación de desarmarse sin romperse, ese segundo en el que uno entiende que la fortaleza también puede ser suave. Quietud nació como un acto de defensa: un espacio para bajar las armas y sentir el propio peso sin miedo.
Por Mar Martínez